Los abordajes mínimamente invasivos, es decir, utilizando incisiones mínimas, causando una mínima lesión a los tejidos circundantes, y realizando una disección hasta la diana quirúrgica siguiendo los corredores anatómicos, aunque mucho más conocidos en la cirugía de columna, también se han extendido a la cirugía cerebral.
En la cirugía del cerebro se benefician de la utilización de nuevas tecnologías como la neuronavegación, que permite planificar con mucha mayor precisión la craneotomía a realizar o la endoscopia.
La cirugía cerebral mínimamente invasiva utiliza abordajes como:
- “keyhole approaches”: craneotomías mínimas centradas utilizando la neuronavegación y con mínima retracción cerebral. Aquí englobamos por ejemplo las craneotomías supraciliares, a través de la ceja, cuyo resultado estético es impecable y que evitan las complicaciones propias de las craneotomías pterionales y frontotemporales clásicas, en cuanto a retracción del músculo temporal, alteraciones en la consolidación ósea, colecciones subcutáneas, etc.
- Abordajes endoscópicos a la base craneal, a través la nariz, para adenomas de hipófisis y tumores de la base craneal como meningiomas, craneofaringiomas, quistes, etc. Esta cirugía mínimamente invasiva evita tener que realizar craneotomías, evita la manipulación del cerebro y las complicaciones asociadas con ambas. Los pacientes pueden ser dados de alta con rapidez y con mucho menos riesgo de complicaciones neurológicas.
- Ventriculostomía endoscópica: cirugía mínimamente inivasiva a través de un pequeño trépano y en la que con ayuda de un endoscopio se resuelve la hidrocefalia, evitándose así la necesidad de implantar válvulas de derivación ventrículoperitoneales, con las complicaciones propias de éstas (obstrucciones, infecciones, necesidad de recambios, etc).